lunes, 19 de marzo de 2018

La estrella más brillante


Como todas las semanas os traigo un nuevo testimonio de una mamá en el cielo, hoy os cuento la historia de esta estrella que está brillando muy fuerte en el cielo, para dar luz a su madre que se encuentra en Bogotá, para ayudarla a superar su pérdida y para que le ayude a ver el camino que tiene delante que seguro pronto le traerá un hermanito a David Luis. Os recuerdo que si queréis compartir también vuestra historia podéis escribirme a miarcoirisguerrero@gmail.com o a mi instagram. Os dejo que ella os lo cuente:

Mi pequeño me regalaba todos los días golpecitos y pataditas en mi panza, se movía muchísimo y eso me llenaba de felicidad, me hacía inflarme hasta ser la más grande de los que me rodeaban. El 16 de Julio tuve un control de maternidad pero me tuvieron que mandar exámenes y dar cita con el ginecólogo-obstetra porque tenía bastantes dolores y además en una ecografía 4d que tenía indicaba que tenía cierto riesgo de preeclampsia y mi doctora quería asegurarse y que me viesen como realmente estaba.
Es día, aún así, me fui a trabajar tranquilamente aunque tengo que reconocer que en mi trabajo se maneja mucho estrés y ese día había mucho movimiento. A las dos de la tarde más o menos tuve que salir para ir al banco y ya empecé a notar algo raro, dolores bajitos pero aún soportables y pensé que sería por estar tanto tiempo de pie, no me imaginé nunca que fuera algo malo...
Cuando terminé mis gestiones fui a comer algo y a descansar pero me di cuenta que el dolor era mucho más fuerte y no me dejaba ni sentarme, eran punzadas constante a cada rato y tuve que escribir llorando a mi esposo y mi madre porque tenía mucho miedo de como me encontraba. Bajé a la enfermería a que me tomaran la tensión por si la posible preeclampsia había empeorado y al preguntarme si el bebé se movía me di cuenta que realmente no lo había notado en toda la tarde y era muy extraño porque mi pequeño era muy activo y movido. Mi panza estaba dura, muy dura y con todo esto decidieron llamar a la doctora. Ella intentó motivar al bebé, pero no hubo ningún movimiento, el cuello del útero estaba cerrado pero mi panza seguía dura por lo que decidieron llevarme al hospital porque todo parecía indicar que eran contracciones y estaban preocupados porque era pronto y no tenía las semanas de gestación necesarias, yo estaba en ese momento de 28+5.
En el hospital me hicieron exámenes y ecografías y efectivamente el bebé no se movía, pero si respiraba y su corazón latía por lo que los médicos decidieron que estaba todo bien. Eso es lo que ellos decían, yo estaba aterrorizaba y presentía que no estaba realmente bien que algo no iba como debería. Me encontré con médicos con muy poco tacto, que en vez de aliviarme me atacaron incluso reprochándome haber pedido una ambulancia cuando mi bebé estaba bien aunque no se moviera.
Al poco empezaron las ganas de vomitar, intentaba y no lo conseguía pero al tercer intento vomité y al terminar me di cuenta que estaba empapada, había empezado a sangrar y algo transparente salió. Entré en pánico pues había leído que eso sólo pasaba con el cuerpo cuando el bebé quería nacer. Me volvieron a controlar, no me dijeron gran cosa y aunque me hacían controles, monitores y tactos diciendo constantemente que todo estaba bien, yo día tras día iba notando que su respiración disminuía.
Pasé dos días ingresada y pensé que me mandarían a casa pues los dolores habían disminuido pero aún seguía preocupada porque no notaba los movimientos de mi bebe bailongo. Me bañe mientras le hablaba, le decía que estaba poniéndome guapa para irme a casa y descansar con todos los míos pero antes me tenían que hacer una ecografía, aunque en la de la noche anterior había escuchado sus latidos perfectamente.
Me confirmaron por fin en ese momento que era un varón, un pequeño hombrecito pero empezó todo a torcerse cuando me preguntaron si yo notaba algo raro porque en el líquido se veía algo raro. Yo no noté nada raro pero me dijeron que me iban a hacer una cirugía de emergencia, una cesárea porque parecía que mi bebé estaba muerto. Así, de forma directa, cortante y seca, fría y cruel.
Rompí en llanto, no sé a que mundo me fui, ni donde estaba mi cabeza... sólo repetía que no quería cesárea, tenía tanto miedo...nunca pensé que eso fuera a suceder, no quería que mi bebé naciera antes de tiempo pero tenían que hacerlo porque no sólo podía afectarme a mí sino que no sabían realmente el estado de mi bebé, había una pequeñisima posibilidad que aún estuviera bien.
En ese momento además mi cabeza daba más vueltas aún, pensaba que ni mi madre ni mi marido habían llegado, que no teníamos ropita para vestirle cuando naciera, ¿qué le pondría en ese momento?... pero los doctores me dijeron que ellos les comunicarían todo y con los miedos a la inyección que me iban a poner sólo me cortaron preguntándome de forma seca si quería salvar al bebé. Sin más me acosté, colocaron una manta para que no viera y sólo me dijeron que me avisarían cuando hubiese nacido mi hijo. Desde ese mismo momento sólo pensé en orar.
Cuando escuché que mi pequeño ya había nacido pedí que me dejaran verlo pero se lo habían llevado rápidamente con el pediatra porque mi bebé estaba muy mal. No pude escuchar su llanto en ningún momento, sólo tuve la esperanza de que todo saliera bien, pero se quedó en eso, una esperanza. Al poco rato llegó la pediatra y me dijeron que habían hecho todo lo posible, que le pusieron adrenalina, oxígeno y hasta le reanimaron, pero no reaccionó. No sé que más me dijo porque mi cabeza no quería creer, pensaba que todo era una mentira y tan sólo lloraba.
Cuando pude enterarme de algo me confirmaron que debido a la preeclampsia severa me provocó un desprendimiento de placenta de un 80% y por eso mi pequeña estrella nació con bradicardia, con un corazón que latía poco y con muy pocas esperanzas de vida. Los médicos, el entorno no me facilitaron las cosas pues me dejaron en una sala de recuperación al lado de todas las madres con sus bebes vivos y rositas esperando a ser conocidos por sus papas. Estuve así una hora aproximadamente, con el corazón roto, enganchada a una maquina de oxígeno porque del llanto no podría respirar bien. Cuando finalmente pude ver a mi mamá y mi esposo nos derrumbamos pero con la seguridad de tenerles a mi lado y gracias a Dios mi marido me dijo que pudo hacerle una foto a mi bebé, el único recuerdo que tengo de su carita bella.

Tuve que estar dos días más en la cínica para ver como evolucionaba pues mi tensión seguía alta y yo muy hinchada y si empeoraba me tendrían que volver a operar sacándome todo e impidiéndome tener más bebés en un futuro. Esos dos días estuvo también mi bebé en la morgue pues estábamos consiguiendo el dinero para poder llevarlo a descansar. El 20 de Julio del 2016 me dieron el alta, el mismo día del entierro de mi estrella aunque no me dejaron ir porque decían que para mi cesárea era malo y no me dejaron acercarme ni al cementerio ni a la morgue.
Pasado un mes pude por fin visitar a mi hijo, en pleno proceso de duelo, que fue muy duro para mi porque me aleje de toda mi familia y tuve que recibir ayuda psicológica.
Conservó su fotografía como un tesoro, es tan hermoso... No tuve el placer de darle mi amor, darle de mi seno y mucho menos oír sus llantos. Es algo muy duro, pasar por esto no se puede entender salvo que lo vivas. Es duro volver a casa y ver esa herida en tu abdomen y darte cuenta que no está dentro ni en casa, que no volverás a sentir sus pataditas, el tiempo que esperabas para verlo ya no existe porque simplemente se consumió. Pero sólo pido a Dios y a mi hijo que me den la fuerza que necesito para seguir adelante, al lado de mi esposo y madre. Por eso mamas amen, quieran y delen todo su amor a sus pequeños, a sus bebés.
Yo también soy mamá en el cielo.
En memoria de David Luis Guerrera Romero



Para contar vuestra historia escribidme a miarcoirisguerrero@gmail.com






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