miércoles, 25 de abril de 2018

Matías, el pequeño ángel que lo intentó

Hoy os traigo una historia de #mamaenelcielo que me ha removido especialmente porque tiene tantas cosas en común conmigo... Su historia de pérdida comienza el 8 de Agosto de 2017 el mismo día que mi pequeña guerrera por fin se pudo venir a casa con nosotros. Además su ángel nació prematuro extremo y con problemas que tuvimos que vivir nosotros en la UCI con otros pequeños...muchos recuerdos asociados a su historia, mucho dolor y un mensaje que os quiere transmitir.
Alejandra cuenta su historia para ayudar a otras mamas como ella porque siente que, gracias a las historias, el camino está siendo algo menos duro, se siente comprendida; por eso, si tú también quieres contar tu historia puedes escribirme a miarcoirisguerrero@gmail.com o contactar conmigo a través de mi instagram o facebook y sin más, os dejo con su historia:


Recuerdo aquel 8 de Agosto como uno de los días más extraños de mi vida, fue el día que la vida me empezaba a demostrar que los mejores sueños se pueden volver pesadilla de repente.
Ese día me caí, después de haber pasado un buen día pintándome la tripita para papá que al día siguiente era su cumpleaños y quería hacer una felicitación graciosa y emotiva. Fue la primera caída de mi vida que yo recuerde y sentí que el mundo se me venía encima porque aunque realmente fue una caída tonta tuve el presentimiento de que algo pasaría. Me vi en el suelo, sola, las personas mirando... y sólo un señor mayor que pasaba tuvo la amabilidad de preguntarme si me ayudaba. Me levanté y llorando como una niña pequeña llamé a mi pareja y a mi madre para contarles lo que había pasado. Inmediatamente me mandaron a urgencias y nos fuimos mi marido y yo con mi barriga de 25 semanas. Nos aseguraron que todo estaba bien, me pusieron monitores por primera vez en mi vida y mi pequeño Matías estaba bien, ni rastro de contracciones, latidos perfectos... ojalá hubiese seguido todo así.
Llegamos de madrugada, 9 de Agosto día del cumpleaños de su papi y estábamos ilusionados y tranquilos, al fin y al cabo nos habían dicho que no era nada así que me puse a preparar una tarta para disfrutar al día siguiente los tres felices. Si me hubiesen dicho en ese momento que ese día mi vida iba a cambiar y que era la última noche que nos metíamos en la cama felices de tener a Matías con nosotros, os lo juro que no me lo creería.

A la mañana siguiente al despertar, sentí como un líquido salía de mí, me desperté corriendo y fui al baño y a despertar a su padre llorando que algo malo estaba pasando. Me arrodillé llorando, pidiéndole a Dios que por favor no le pasase nada a mi niño, no lo podía creer, me parecía todo una pesadilla y no entendía nada, ¿por qué? si me dijeron que el bebé estaba bien y que un golpe no podría romper su bolsa... Corriendo nos fuimos a urgencias nuevamente, desesperados... y yo veía a mi madre llorar y sentía que era grave porque ella siempre ha sido mi modelo de fortaleza. Entramos en el hospital ese mismo 9 de Agosto a las 9.30 de la mañana y no volví a salir hasta el 19 de Agosto pero sin él, sin mi bebé...
Cuando llegamos estaba en shock, no sabía la gravedad del asunto (después tampoco supe mucho porque tampoco me detallaban gran cosa), nadie me explico un por qué... me dijeron que tenía rotura de membranas prematura, que había perdido mucho líquido amniótico... me dijeron que iba a estar en cama, sin poder moverme, pero nadie me dijo que el pasto se iba a desencadenar en cualquier momento...

Durante 7 días pudimos aguantar, día a día era un sufrimiento, yo cada día estaba peor, ya no era sólo líquido sino también sangre... todos los días ir a monitores, la angustia, pinchazos... en fin... una pesadilla. Recuerdo el día que vinieron los pediatras a preguntarme qué hacer si Matías nacía con vida, si luchaban por su vida... que era un bebé demasiado prematuro... sin olvidar aquel ginecólogo que me dijo que mi niño pasase lo que pasase iba a morir... así de cruel fue, pero quién me diría que ese hombre tenía razón...
Yo lloraba aunque sabía que debía ser fuerte, le hablaba, le ponía sus canciones y le cantaba sus favoritas... mi familia le hablaba siempre en la barriguita, su padre no me dejó sola ni un momento, eramos tres, esta vez más que nunca, luchando codo con codo, haciendo fuerza, pidiéndole que aguantase, que por favor no naciese todavía... me dediqué a que mi niño me sintiese tranquila y fuerte... todos los días le decía lo mucho que le amábamos...Recuerdo que no podía dejar de tocarme la barriga aunque me regañaban las enfermeras porque provocaba contracciones pero yo no podía dejar de "protegerlo", ya sabéis...esa manía amorosa que tienen las embarazadas, de frotarse y abrazar la barriguita...
El miércoles 16 de Agosto a las 8.30 de la mañana, me bajaron a monitores... después de haber pasado la peor noche de mi vida, sin dormir, retorciéndome de dolor... llevaba desde el lunes por la noche con contracciones. Me habían puesto medicación para frenarlas, pero no pudimos pararlas... Tenía fiebre, me sentía débil, ya no podía más, solo quería llorar, sabía que ya algo pasaría, tenía mucho miedo, me dijeron que tenía CORIOAMNIONITIS y que mi vida ya empezaba a correr peligro... Recuerdo que quería ir al baño, que pedía por favor que me dejasen ir, sentía la necesidad de pujar, pensando que eran mis necesidades... y sí también quería escaparme de todas esas personas que me rodeaban, de las caras de desespero que tenían mi pareja y mi mamá... quería llorar una vez mas a solas con él... pero para sorpresa de todos, cuando vieron que quería ir desesperadamente al baño se dieron cuenta que Matías ya tenía casi sus nalguitas ahí y estaba pidiendo que lo sacaran.

Nació a las 10.30 de la mañana, fue lo primero que pregunté antes incluso de saber si estaba bien ya que me tuvieron que sedar.
Para que naciese me llevaron corriendo a quirófano, recuerdo a una matrona muy dulce y amable que me dijo que estuviese tranquila, que no me asustase con tanta gente... estaba nerviosa pero a la vez tenía una sensación de paz y tranquilidad... estaba orgullosa de él, de mí... sabía que había aguantado muchas horas (18 horas) de dolor solo por protegerlo pero que al final tenía que ser así. Sólo tuve que pujar 3 veces y cuando desperté había pasado todo. Hoy en día me pregunto por qué, por qué tuvieron que sedarme y privarme de ver el momento que mi pequeño ángel salía de mí. Eso es lo único que lamento de mi parto porque a pesar de todo lo malo, fue más rápido y fácil de lo que esperaba.
Al dar a luz quedé débil, muy débil, me subieron a planta, quise ir a verlo inmediatamente pero me levanté y un chorro de sangre salió de mí... me convencieron de dormir y así lo hice... me desperté triste, muy triste pero a la vez con una gran sensación de orgullo por él y ese amor que no cabía en mí, me llenaban de felicidad.
El momento de verlo por primera vez lo recuerdo algo borroso... pero sí recuerdo claramente que me temblaban las piernas, ahí en esa silla de ruedas, el momento en que me acercaba a verlo lo recuerdo como su fuese a cámara lenta, se me hizo eterno... al final de esa enorme sala, llena de bebés... estaba mi niño solito,con una luz ultraviolenta alumbrándolo. Me acerqué y lo primero que dije al verlo fue "ES MÍO" Sí, mío, mi niño, mi hijo, mi ángel...lloraba, reía, pero por dentro solo gritaba ¿por qué?¿ por qué la vida nos había puesto esa zancadilla?¿por qué me lo había arrebatado de mí? él tenía que estar dentro, no ahí, lleno de cables y tubos... le conté todos sus deditos, lo miraba asombrada, pesó 900g, era más grande y gordito de lo que todos esperábamos...
No sé si a alguna más os pasó pero yo quería salir corriendo de ese sitio, todo lo valiente que había sido y ahora me convertía en una mamá cobarde. No soportaba ver a mi niño así, cada sonido de esas maquinas me torturaba el alma, cada movimiento de él, ya no lo podía sentir sino que me hacía sufrir, verlo ahí solo... sin mí...
El peor día aún estaba por llegar... sin duda fue el día que me tuve que volver a casa sin él; quería morirme, sólo quería gritar y no podía parar de llorar, y entendí dos cosas ese día; una que nunca antes había entendido lo que era llorar de pena de verdad y dos que es cierto eso que "no sabes lo fuerte que eres hasta que la vida te obliga a serlo".  Mi familia me intentaba tranquilizar, me decía que decía que debía ser fuerte porque Matias necesitaba a su mamá bien pero yo dentro de mí sabía que Matías no vendría a casa y no conocería ese hogar que lo esperaba con tanto amor...llamadme pesimista o realista, o quizás me entenderéis porque sabéis que el corazón de una mamá nunca se equivoca... pero a medida que pasaban los días una angustia se apoderó de mí... hasta sueños que me anunciaban que mi niño se iba a ir... aunque eso no quita que hasta el último momento tuve esperanza de que algún milagro pasase...

El lunes 21 de agosto, llegamos su papá y yo a verlo y nos dieron la peor noticia que escucharé en mi vida: MATÍAS NO PUEDE VIVIR...Ese día nos dijeron que había tenido un derrame en la cabecita del grado más alto... que en cuestión de horas mi bebé se me iría... no entendía nada... a día de hoy sigo sin entenderlo...
El martes 22 de agosto sabía que me iba a despedir de él. Llegué a neonatos con mi mamá ya sin fuerzas, rota de dolor, pero con la esperanza que me dijesen que Matías estaba mejor... hay algo que tengo dentro de mí y me cuesta perdonármelo y es que quería haber pasado toda la noche con él, mirandolo, abrazandolo... pero mi familia quería tenerme en casa tranquila y realmente no tenía fuerzas de nada... pero no me lo perdono, me siento "mala mamá" por no haber pasado el último día de su vida con él, al ladito...
Me dijeron que Mati no estaba teniendo fuerzas... que en cuestión de horas se iría... sólo pedí que me dejaran tenerlo en brazos y tuve la "suerte" de poder despedirme de él, lo tuve en mis brazos antes que su corazón se apagase y os digo que no sé por qué, pero siento que él me estaba esperando para que nos pudiésemos despedir y darle un poquito de los miles de besos que yo tenía guardados para darle toda su vida... También su abuela, y su papá se despidieron de esa carita hermosa que tenía llenándola de besos entre lagrimas... nos regalo sus últimos suspiros, le canté todo lo que pude, le besé todo lo que pude y le pedí mil perdones... mientras lo tenía en brazos no quería romper en llanto, aunque mis lágrimas ya caían solas, quizás fue ese momento íntimo de los dos, esos besos, sentir su cuerpecito y su alma ahí tan cerquita mío que me decían que tenía que ser fuerte, que él siempre iba a estar conmigo... Matías apagó su corazoncito después de dos horas y unos minutos más conmigo, y os digo de verdad que siento que fueron sólo 10 minutos. Se me hizo demasiado corto ese tiempo con mi niño en brazos y aún sin vida ya, yo no quería soltarlo... pero me tocó despedirme para siempre de su cuerpecito y salir de esa sala con el alma rota... todas las enfermeras fueron muy amables conmigo, su pediatra me preparó una sala para tener intimidad con él... Me dijeron que podía quedarme el tiempo que quisiera, que podía sacarle fotos, que podría entrar todos los familiares que quisieramos... aunque yo solo quise a mi lado a su papá y a su abuela.

Os cuento mi historia porque a mí lo único que me ha ayudado es leer historias de mamas que al igual que yo somos unas valientes y guerreras, que tuvimos unos ángeles en nuestro vientre y su luz nos guiará por siempre...mi niño ne enseñó muchas cosas, quién me diría que sería él... y una de ellas es a valorar más la vida y el tiempo que tenemos para ser felices aquí en la tierra porque aunque sintamos un vacío enorme y una pena que sólo nos ayudará a disiparla el tiempo, hay que seguir luchando y viviendo en honor a ellos porque estoy segura que desde el cielo no quieren vernos tristes.
Hoy después de 6 meses y medio, os juro que me duele más, no sé como dejar de sentirme vacía y de quitarme y de quitarme este miedo... que puede volver a pasarme algo malo, y hasta peor...esta vez me salvé, pero nadie puede asegurarme que todo va a salirme bien, nadie puede hacer que recupere la inocencia... pero me toca seguir luchando día a día, por él, por su papá, por mí... y porque me merezco sonreir...
No quiero terminar este relato sin agradecer este espacio que me ha permitido desahogarme y contar mi historia y agradecer a todas las mamas que me han leído y que me han regalado su cariño. Un abrazo con todo mi cariño a todas y a las que esperan a sus bebes acroíris, a las que ya lo tienen en brazos...
Y a ti pequeño, sólo me queda decirte que mamá y papá te amaran por siempre, gracias por elegirme para que fuese tu mamá, sé que estás bien allá en el cielo y mientras tanto aquí en la tierra siempre serás la historia más bonita que yo tendré que contar.
Por siempre Matías
16-08-2017/22-0802017


Agradecer nuevamente a Alejandra por contar su historia, que para mí ha sido dura de escribir pero liberadora.
Recuerdo que si quieres utilizar este espacio para escribir tu historia solo tienes que escribirme a miarcoirisguerrero@gmail.com


1 comentario:

  1. Eres una súper mamá y eso no lo dudes nunca. Cuando estés preparada seguro que le brindas con la vida a un bebé acoiris y Matías estará ahí para cuidaros. Mil millones de besos

    ResponderEliminar